DFinición

El primero de abril comenzó una pesadilla para la familia de la pequeña Valeria. Tal como en la historia de Alicia en el país de las maravillas, el señuelo fue un conejito y ahí comenzó un calvario que desafortunadamente ocurre con frecuencia y en el que la mayoría de las historias no tienen un desenlace afortunado.

La aventura de la pequeña Valeria la llevó de Texcoco a El Salvador, la importancia de que las autoridades mexicanas analicen detenidamente el trayecto radica en que siguiendo la pista se puede llegar al fondo de al menos una de las redes dedicadas al tráfico de personas.

En el Distrito Federal el reciente aumento a las tarifas del transporte público trae a la memoria la vieja y peligrosa costumbre de las moscas, los valientes que con tal de ahorrar unos centavitos viajaban de colgados del camión o trolebús.

Las nuevas tarifas podrían tentar a varios revivir esta arriesgada práctica.

Es costumbre de quienes han sido electos para gobernar la Ciudad de México usar nuestras calles principales y avenidas como galerías para su ego, para colgar obras de relumbrón que no iluminan ni pavimentan otra cosa que su carrera hacia Los Pinos. A todos parece haberlos acercado, pero a ninguno le ha dado resultado.

A medias y sin medida nos entregan obras que incompletas van perdiendo poco a poco el brillo y descubriendo sus fallas, pero ¿qué más da? No hay nadie que responda y los reclamos no se escuchan.

El ser humano se ocupa diariamente por transformar su entorno, por generar y aprovechar las oportunidades, por planear un futuro, por trazar un destino; sin embargo, el tiempo es el que, en ocasiones, parece un dictador que lleva su propia brújula.

Después de catorce años de estar al frente de Venezuela, falleció el presidente Chávez, quien fracasó en su intento de golpe de Estado y súpero el que de igual manera pretendió apartarlo del poder. Llegó a la presidencia por la vía democrática y ahí permaneció entre afectos y desafectos, críticas y alabanzas.