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Política y religión en tiempo de crisis

Pareciera que nuestros gobernantes están verdaderamente preocupados por la crisis económica, política y social que se padece desde hace varias décadas y que amenaza en volverse más dramática. Infortunadamente no se ocupan de ello.

La opción más efectiva para sus asesores de imagen es la generación de notas distractoras que cumplan la función de hacer olvidar a los mexicanos de los verdaderos problemas de su entorno. Es menester para ellos que los mexicanos estén ocupados en algo. Particularmente es necesario que crean en algo.

La llegada del soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano representa una oportunidad para un gran porcentaje de fieles católicos de tener en casa a su máximo dirigente. Esa profesión de fe es aprovechada por la clase política que ven en ello la posibilidad de recuperar un poco de la credibilidad perdida. ¡La apuesta es endeble!

En el México de hoy el beneficio esperado ya no es tan automático. Se encuentra sujeto a que el discurso del Santo Padre sea de complicidad o de omisión ante la situación tan grave en que se encuentra el país; cosa que para un jesuita es poco probable y también porque éste ha dado muestras de ser un religioso progresista.

Por otra parte, hay múltiples actores de la sociedad que verdaderamente se sienten agraviados por las agresivas políticas en contra de la mayoría de la población, que seguramente aprovecharán la oportunidad para incidir en la perspectiva que como institución eclesiástica puede tener la iglesia católica.

La llegada del Papa, como siempre, será un elemento mediático de carácter religioso con consecuencias políticas. Lo cierto es que la inseguridad, la corrupción la pobreza, el desempleo, los bajos salarios y la misma clase política seguirán estando cuando éste se marche.

@NVS_

Néstor Vargas Solano
Es Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública (UNAM). Tiene una Maestría en Gobierno y Asuntos Públicos (FLACSO) y la Especialización en Derecho Electoral (UNAM). Ha tomado diversos diplomados y seminarios.

Se ha desempeñado como investigador del Instituto Nacional de Administración Pública y como profesor de asignatura en la Universidad Iberoamericana ambos en el periodo 1996-1998; en 1999 ingresó al Instituto Electoral del Distrito Federal como Coordinador Distrital.
El 22 de diciembre de 2005 fue designado por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal como Consejero Electoral del Instituto Electoral del Distrito Federal.

Desde 2006 es catedrático honorario de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, en las asignaturas: Sistema Electoral Mexicano, Introducción al Estudio del Derecho y Movimientos Sociales, Actores y Participación Política.

Es coautor de: La participación ciudadana en la reforma política del D. F, Centro de Estudios para la Reforma del Estado, No. 5 y 6, julio-diciembre, México 1998; Los números de propaganda electoral por televisión abierta, Revista Mexicana de Comunicación, No. 50, agosto-septiembre, México 1997.

Entre sus reconocimientos se encuentran:

  • Primer lugar del Servicio Profesional Electoral en la Evaluación Anual Integral 2002 y 2004 del Instituto Electoral del Distrito Federal.
  • Segundo lugar en el “Premio INAP” (1997), con la investigación: La participación de los ciudadanos en las políticas públicas. Apuntes para una democracia participativa en México.

A partir de la fecha en que tomó posesión como Consejero Electoral ha participado en diversas Comisiones y Comités del Consejo General. Actualmente es Presidente de la Comisión de Fiscalización.

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