El Leviatan

El artículo 41 constitucional, producto de la Reforma Política de 1977, definió a los partidos políticos como "entidades de interés público cuyo fin es promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de la representación nacional y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de estos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo".

Desde el regreso del PRI a la Presidencia de la República en el mes de diciembre de 2012, después de una docena de gobiernos blanquiazules, muchos creyeron que se iniciaría un proceso de restauración de la República Priista, que casi de manera automática regeneraría las estructuras, sectores y organizaciones políticas y afines que lo llevó a ser un partido hegemónico por más de 70 años, que logró sobrevivir en el tiempo las dictaduras militares o autócratas que caracterizaron la región latinoamericana, principalmente a partir de la segunda mitad del siglo XX.

Hace poco más de dos años cuando Miguel Ángel Mancera arribó al GDF, llegó cargando en su maleta con un prestigio público de ser un eficiente ex procurador que había logrado mantener los niveles de incidencia delictiva más bajos en la ciudad de México y con un capital político consistente en ser el Jefe de Gobierno electo con el nivel de votación más alto en el Distrito Federal.

Desde la llegada del PRD al GDF en 1997, instaló un gobierno que buscó diferenciarse del régimen priista del pasado siglo, con acciones de gobierno con un alto sentido popular, estableciendo un paquete de programas sociales de alto impacto que le generaron grandes simpatías en los sectores más desprotegidos, como es el caso de la pensión alimenticia universal para las personas mayores de 65 años, que ha sido replicado por la mayoría de los gobiernos estatales del país, independientemente de su extracción partidaria.