La causa mayor de revoluciones,
es que mientras las naciones avanzan al trote,
las Constituciones van a pie.
Thomas Macaulay
Las Constituciones son la norma jurídica suprema de los países en las que se establecen los derechos fundamentales de los individuos así como las bases de la organización del Estado.
Esto implica que una Constitución, al ser el ordenamiento supremo, se refiera exclusivamente a los cimientos bajo los cuales se edifica un Estado.
Lamentablemente en la Constitución Mexicana se regulan aspectos que no tendrían por qué estar en su contenido. Son las leyes ordinarias las que deben regular el desarrollo y detalles de las materias sobre las que versen.
Entre el texto original de la Constitución promulgada el 5 de febrero de 1917 y el actual hay un océano de palabras.
El Dr. Diego Valadés refiere que originalmente la Constitución tenía aproximadamente 20 mil palabras y actualmente suman alrededor de 40 mil, lo cual no es sinónimo de mejoría.
Por otro lado si revisamos las diversas reformas por artículos arrojan aproximadamente 600. Nada más el artículo 73 ha sido modificado en 71 ocasiones. Para darnos una idea de la magnitud de esta cifra, baste citar que la Constitución de 1857 vigente hasta mayo de 1917, fue modificada en 34 ocasiones, casi la mitad de las que lleva este artículo solamente.
Considerando las reformas por periodos presidenciales, durante el sexenio de Felipe Calderón se modificaron 110 artículos, seguido por Ernesto Zedillo con 77 y en un empate momentáneo Miguel de la Madrid y Enrique Peña Nieto con 66. Sin embargo es menester recordar que el Presidente Peña apenas va en el segundo año de su gestión.
Las 11 reformas estructurales tan difundidas por el actual gobierno federal son un ejemplo de continuidad en la falta de técnica legislativa, ya que incluyeron aspectos a detalle que están de más en un ordenamiento supremo.
A modo de ejemplo la reforma en materia de Transparencia regula a detalle el derecho de acceso a la información pública, la organización y facultades del IFAI, las controversias, organización de los órganos locales de transparencia y es entonces cuando uno concluye que todo eso debía estar en la ley respectiva. Por cierto, el decreto de esa reforma constitucional estableció que el congreso tendría un año para aprobar la ley reglamentaria respectiva, situación que debió ocurrir el pasado sábado 7 de febrero, con lo cual el legislativo federal está en falta del plazo que él mismo fijó.
Ante este escenario la pregunta es ¿A dos años para el centenario de la Constitución sería el momento de comenzar los trabajos para una nueva?
Me parece que las condiciones políticas y sociales del país hacen casi imposible una Constitución nueva, ya que la incertidumbre que generaría un Congreso Constituyente probablemente polarizado y falto de consensos aunado a la falta de gobernabilidad debilitaría aún más el endeble Estado de Derecho llevándonos a la parálisis máxima. Sin embargo, indudablemente como ha acontecido en varios países del mundo algún día tendremos que llegar a una nueva Constitución.
Mientras tanto, más que festejar los 100 años de la Constitución como si fuese un cumpleaños en la cual nos tomamos la foto soplando las velas de un pastel, hay que tomar la oportunidad para que de fondo reflexionemos sobre su contenido, deficiencias, méritos y alcances y que aprendamos autoridades y gobernados a respetarla.
Que estos dos años nos den la oportunidad de analizar pensar y cambiar a efecto de que no dosifiquemos el cumplimiento de nuestra Constitución, sino que desde dentro tengamos la convicción de cumplir con lo que nos toca. Este es el único camino.
¡Hasta la próxima!
@jaime63c
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Me parece que en tiempos de
Me parece que en tiempos de crisis debemos mirar de frente los grandes temas y no solo "la emergencia semanal"
Muy importante y clara explicación
Tenemos un problema de fondo y aquí, en pocas líneas, esta perfectamente explicado.
Muchos artículos de esta misma calidad y quizá logremos un coro que se escuche
Felicidades