Asesoría en comunicación: el regreso de PIN PON el muñeco de cartón
Estimados lectores del Zócalo les saludo nuevamente. Es un gusto escribir para ustedes y compartir información del apasionante mundo de la comunicación no verbal. Si usted aspira a ser un político de alto nivel, ésta columna debe leer.
Hace aproximadamente unos tres meses me reuní con una amiga que siempre ha colaborado en la política tras bambalinas. Ahora su objetivo es prepararse para dar el salto a los escenarios, verse cara a cara con el público. Me comentó en aquella ocasión, que el principal problema al que se enfrentaba era su miedo a hablar frente a ese monstruo de mil cabezas, por lo que estaba tomando diversas asesorías: Imagen pública y oratoria eran asignaturas obligadas. La preparación había sido ardua, hizo dieta (aunque ya era delgada), le realizaron una prueba de color para determinar cuales le iban mejor de acuerdo a su piel y cabello. Respecto de las habilidades de comunicación, hacia ejercicios de respiración, decía trabalenguas y ensayaba los gestos correctos para hacerlos en el momento adecuado.
Mi recomendación fue: “…¿y porque no eres natural?…sí…na-tu-ral. Haz una guía de sesión para tu conferencia y deja que tus gestos enfaticen tus palabras. Solitos van a salir, son inconscientes, despreocúpate.”
Opino que toda preparación es buena, te permite estar listo, crece tu confianza. Recordando al gran Stephen Covey, estar preparado significa afilar la sierra. Sin embargo, algo que frecuentemente se les olvidan a los asesores de los políticos es que de todo el proceso de comunicación 7% son palabras, 38% son elementos vocales y 55% es comunicación no verbal. También se les olvida que la comunicación no verbal es en gran parte inconsciente. No pueden controlarla, y si lo intentan, siempre habrán filtraciones emocionales inconscientes que echarán a perder su trabajo.
Sé que a nuestros políticos los asesoran permanentemente. Su imagen es impecable, sus discursos son elegantes y llenos de elocuencia. Sus palabras están cargadas de energía; saben manejar las pausas, los tonos en la voz…pero sus movimientos corporales no convencen a nadie, se ven exageradamente cuidados, muy meditados y, sencillamente, no conectan con el auditorio.
Cuando observo a la mayoría de los políticos priistas, panistas y perredistas, me dan ganas de ponerme a llorar. Sus movimientos me recuerdan a PIN PON el muñeco de cartón. Rígidos como tabla de planchar, gestos demasiado meditados, dignos de la vieja escuela de oratoria, un desastre comunicativo. Esos movimientos (entre otras cosas) los hacen perder credibilidad ante los ciudadanos comunes. La mente inconsciente del público identifica la farsa, se hacen evidentes las horas ante el espejo y el asesor ensayando cada detalle hasta que se lo saben de memoria.
El comercial del partido MORENA es un gran ejemplo de lo que no se debe hacer. Andrés Manuel López Obrador solamente gesticula con el brazo derecho, el lado duro del cuerpo, mientras que su brazo izquierdo (lado emocional del cuerpo) permanece totalmente quieto. Con estos gestos comunica autoritarismo y poca inteligencia emocional. Otro gesto autoritario que hace es agitar el dedo índice, que en lenguaje corporal tiene un significado del “YO” de la identidad, del egocentrismo. Por último, su sonrisa es totalmente fingida, sumamente consciente, asimétrica; si fuera una sonrisa de disfrute (que es la que busca sin éxito mostrar) las comisuras labiales se elevarían simétricamente y notaríamos la acción de los músculos orbiculares de los ojos. Poco podemos decir a su favor, la camisa blanca sin corbata le hace lucir accesible. Elevar el pulgar comunica optimismo y extroversión. Mostrar la palma de la mano hacia arriba indica apertura hacia el otro.
Vea a cualquier priista en acción y es lo mismo. Parece que están recitando una poesía como lo haría un niño de tercero de primaria mal asesorado por su maestra. Es más, bájele el volumen a cualquier entrevista que les hagan y juzgue usted mismo los gestos. Pregúntese ¿se ven naturales?, ¿así hablan las personas normalmente?
En cambio ver a Barack Obama es un deleite. Su atuendo es elegante, sin exageraciones. A veces hasta se permite un poco de arrugas en la camisa. Maneja magistralmente los elementos vocales (tono, ritmo, volumen, dicción, etc.) Fíjense ahora en sus movimientos, son movimientos suaves, a veces parecen inconscientes, los realiza sin ningún esfuerzo, sin pensarlos. Su sonrisa es auténtica, muestra los dientes, sus comisuras labiales se elevan simétricamente, hay patas de gallo. Es sencillamente carismático, es su naturaleza, no se ve ensayado.
¿Recuerda a Gabriel Quadri? el ganador del primer debate presidencial de hace unos años. Antes del debate recibió asesoría de lenguaje corporal (no de oratoria como los demás), durante el debate se mostró seguro, su gesticulación fue precisa, natural, cautivó a la mayoría de los espectadores. Su pasado como profesor también lo sacó adelante y al otro día, según el periódico Reforma, la preferencia por él pasó del 1% al 24% e incrementó notablemente su número de simpatizantes.
La regla diría algo así: mientras más esfuerzo haga por controlar su lenguaje corporal menos credibilidad y congruencia proyectará.
Si quiere ampliar sus conocimientos sobre lenguaje corporal pregunte por nuestros cursos. El mes de noviembre ofreceremos como promoción conferencias gratuitas para Universidades y partidos políticos interesados en el tema. Para mayores informes visite nuestra página www.kinesia.com.mx o síganos en twitter @lenguajedcuerpo o en Facebook: Colegio Iberoamericano de comunicación no verbal.
Hasta la próxima ocasión.