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¿Movilidad en beneficio del peatón?

Una de las premisas fundamentales de política gubernamental, derivada de la Ley de Movilidad del Distrito Federal, es el establecimiento de una pirámide jerárquica de la importancia de los sujetos en dicha materia. Se señala como prioridad en la utilización del espacio vial y valoración en la distribución de recursos presupuestales el siguiente orden: Peatones, en especial personas con discapacidad y personas con movilidad limitada; Ciclistas; Usuarios del servicio de transporte público de pasajeros; Prestadores del servicio de transporte público de pasajeros; Prestadores del servicio de transporte de carga y distribución de mercancías y Usuarios de transporte particular automotor (artículo 6).

Discursivamente el marco normativo es positivo. Se trata de hacer de la Ciudad de México un espacio más habitable, que repercuta en la mejora del nivel de vida de sus habitantes. Estas disposiciones se encuentran vinculadas con el nivel de vulnerabilidad de los usuarios y las externalidades que genera cada modo de transporte y su contribución a la productividad.

La realidad es diversa al supuesto normativo. Cada vez existen más automóviles y el diseño de la infraestructura urbana no favorece ni a los peatones ni a los ciclistas. No existe dentro de la agenda pública una estrategia que se oriente a ofrecer alternativas eficientes de transporte público, que permitan desincentivar el uso del automóvil. Tampoco se observa la implementación de una campaña de sensibilización por los sectores más vulnerables como son adultos mayores, mujeres embarazadas y personas con discapacidad.

El cambio de paradigma de transporte a uno de movilidad que tenga a la persona como la columna vertebral es una aspiración que no vendrá por decreto, sino como resultado de estrategias concretas y acciones contundentes en la materia, que permitan modificar las prácticas y la cultura de muchos arraigada.


@NVS_

Néstor Vargas Solano
Es Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública (UNAM). Tiene una Maestría en Gobierno y Asuntos Públicos (FLACSO) y la Especialización en Derecho Electoral (UNAM). Ha tomado diversos diplomados y seminarios.

Se ha desempeñado como investigador del Instituto Nacional de Administración Pública y como profesor de asignatura en la Universidad Iberoamericana ambos en el periodo 1996-1998; en 1999 ingresó al Instituto Electoral del Distrito Federal como Coordinador Distrital.
El 22 de diciembre de 2005 fue designado por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal como Consejero Electoral del Instituto Electoral del Distrito Federal.

Desde 2006 es catedrático honorario de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, en las asignaturas: Sistema Electoral Mexicano, Introducción al Estudio del Derecho y Movimientos Sociales, Actores y Participación Política.

Es coautor de: La participación ciudadana en la reforma política del D. F, Centro de Estudios para la Reforma del Estado, No. 5 y 6, julio-diciembre, México 1998; Los números de propaganda electoral por televisión abierta, Revista Mexicana de Comunicación, No. 50, agosto-septiembre, México 1997.

Entre sus reconocimientos se encuentran:

  • Primer lugar del Servicio Profesional Electoral en la Evaluación Anual Integral 2002 y 2004 del Instituto Electoral del Distrito Federal.
  • Segundo lugar en el “Premio INAP” (1997), con la investigación: La participación de los ciudadanos en las políticas públicas. Apuntes para una democracia participativa en México.

A partir de la fecha en que tomó posesión como Consejero Electoral ha participado en diversas Comisiones y Comités del Consejo General. Actualmente es Presidente de la Comisión de Fiscalización.

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